Si hay una emoción que desemboca en varios comportamientos humanos, tanto buenos como malos, esa es, sin lugar a dudas, el miedo.
Cuando los humanos manifestamos temor frente a alguna situación, nuestro cerebro activa en simultáneo un montón de mecanismos de defensa que, a su vez, desencadenan en otro tipo de sentimientos y comportamientos cuya influencia en nuestro cuerpo es inmediata. Conscientes de ello, un grupo de científicos británicos de la Universidad de Bristol (Inglaterra) descubrieron el comportamiento exacto de nuestro cerebro en estos escenarios con el fin de buscar soluciones que permitan tratar otro tipo de trastornos como la ansiedad y la depresión.
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Hablamos con ellos para aprender más sobre su descubrimiento, 200 personas y 50 animales fueron analizados durante el estudio.
Un instinto de supervivencia
Haciendo un seguimiento constante al cerebro de 200 personas y cincuenta animales no identificados, los científicos de Bristol descubrieron el mecanismo exacto que usa nuestro cerebro a la hora de generar una defensa frente al miedo.
Para lograr esto, los estudiosos estimularon con electrodos (ligeros impulsos de corriente) el cerebro de los sujetos de prueba a fin de simular las corrientes nerviosas que actúan durante el miedo. Al hacerlo, ellos se dieron cuenta que, cuando un individuo tiene miedo, el cerebelo (un subórgano que está por debajo del cerebro) envía una orden inmediata a una zona conocida como PGA, o zona del miedo.
A partir de esta recepción, el cerebro envía a velocidades increíbles estímulos a nuestro cuerpo que hacen congelar, literalmente, a todas nuestras extremidades. De ahí que, como suele ser habitual, cuando una persona nos roba o estamos frente a una situación de terror, lo primero que hace nuestro cuerpo es petrificarse y quedarse totalmente quieto.
“Algo similar a lo que hacen algunos animales para esperar la magnitud de la amenaza”, dijeron las responsables del estudio. Una vez ocurre esta fase del miedo, el cerebro procede a conectar con otras partes del cuerpo, como las glándulas suprarrenales, en donde se esconde la adrenalina, un líquido natural que nos hace reaccionar de diversas formas: correr más rápido de lo usual, coger más fuerza de la normal e incluso movernos más ágil, según la situación.
La influencia del miedo en los trastornos mentales
Una vez la situación de miedo pasa, la zona PGA del cerebro almacena dicha información y la guarda en la memoria con el fin de estar lo suficientemente preparado para cuando ocurra una experiencia similar.
El problema, dicen los expertos del estudio, es que esta zona PGA podría sobreestimularse en situaciones en exceso traumáticas, generando una especie de desorden neurológico que desencadena en enfermedades como la depresión y, sobre todo, la ansiedad.
“Es como si el cerebro realizara la ruta de estímulo frente al miedo, incluso en situaciones que no lo ameritan o cuando hay tranquilidad, debido a la memoria que tiene de estímulos pasados. Cuando esto ocurre, las personas se vuelven ansiosas, pueden tener problemas para conciliar el sueño e incluso pueden generar esquizofrenia”, contaron.
El objetivo: un fármaco que cura el problema
El miedo es una reacción natural que nuestro organismo tiene para protegerse de las amenazas exteriores. Dicho esto, sería una locura intentar eliminarlo. No obstante, los científicos implicados en este proceso están analizando, desde el punto de vista químico, qué procesos irregulares influyen en la memoria traumática de la zona PGA y, posteriormente, influyen en los males mentales que mencionamos anteriormente.
La investigación va a avanzada y, si todo resulta bien, los científicos tendrían fármacos más precisos que podrían tratar, y curar de raíz, la ansiedad y otros problemas de ese tipo. ¡Sorprendente!
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