No podemos negar que hay ciertos días en los que sentimos que ya no podemos más o que nuestros pies no quieren seguir en el camino.
Son instantes que nos hacen ver las cosas grises, casi negras, y nos dejan a oscuras o al borde del abismo.
¿Qué solemos hacer cuando algo no nos sale bien?
A veces explotamos, en otras ocasiones nos echamos a la pena. Tales actitudes, de entrada, no están para nada bien.
Lo mejor sería hacer lo que reza el consejo de antaño: ¡respirar profundo y contar hasta diez!
Por muy difícil que sea la situación, en nuestras manos está el mantener siempre el equilibrio, haciéndonos dueños de nuestras emociones para no ser los ‘títeres’ de los problemas.
Las personas que tienen dominio de sí mismas jamás se dejan amilanar por los malos ratos que les pasan, y a punta de serenidad salen a flote.
No podemos ir por la vida llenándonos de amarguras ni de tristezas, ni mucho menos de rabia. No es culpa de la vida; tampoco se trata de que Dios quiera que suframos.
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Evitemos ir por el mundo acumulando decepciones porque, en algún momento, necesitaremos encontrar un lugar para desahogarnos y ese sitio terminará siendo nuestro corazón.
La vida no se nos debe convertir en una escuela de frustraciones; ella no puede ser un cúmulo de pesares.
Siempre será mejor vivir en medio de la fe y con ella mantener el rumbo hasta que lleguemos a nuestra meta.
Nos viene bien considerar que cada día es único y que esas 24 horas lucen para nosotros. Y, por supuesto, hay que aprender a disfrutar la vida en su momento y con toda la pasión del caso.
Lo importante de todas estas palabras es que hay que aceptar los problemas. ¿Por qué? Porque forman parte de la cotidianidad y, sobre todo, porque son pruebas contundentes de que en el interior de nuestra propia esencia tenemos la fortaleza suficiente para superarlos.
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REFLEXIONES CORTAS
¡Deje de cuestionarse! No es cierto que tenga un aura negativa que atrae problemas o dificultades. Esta manera de cargar culpas puede ser producto de esas ‘taras’ que le hacen creer que vino a este mundo a sufrir. ¡Nada de eso!
Recuerde que la libertad empieza en la mente.
Llénese de pensamientos positivos, de éxito y de prosperidad.
Si usted es optimista con sus pensamientos, la vida misma hará que las bendiciones lleguen a usted. Planifique su futuro con el mayor optimismo posible y verá que todo en la vida le saldrá ‘a pedir de boca’.
El respeto, la tolerancia y la cortesía son esenciales para el buen trato. Es el momento de limar asperezas. La comprensión y la forma de relacionarse con los demás harán que las personas con las que deba tratar respalden sus ideas y decisiones, de las cuales saldrá beneficiado.
No podemos decir que algo sea imposible, si al menos no hemos hecho algo por cristalizarlo. No matemos nuestros sueños al ponernos limitantes. No sabemos hasta dónde podemos llegar, pero lo más probable es que la perseverancia nos acerque a la cima.
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