Tras varios años en las drogas, don Rafael Alfonso Palacios Ochoa decidió enhebrar el hilo de su vida y encaminarlo hacia un mejor destino con la costura.
Para hacerlo necesitó fuerza de voluntad y la ayuda de otras personas, que de una u otra forma aportaron su grano de arena para que él saliera adelante.
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Él nació en Cúcuta hace 74 años, pero por la complicada situación que se vivía en la región, decidió venirse para Medellín en 1994. Confesó que estuvo en la droga varios años, pero ante la insistencia de alguien que lo ayudaba con frecuencia, decidió aceptar ir a un centro de rehabilitación.
Indicó que probó toda clase de sustancias antes de recomponer el camino y le agradece a Dios el hecho de darle fuerza para superar ese pasado, que no oculta, pero que sí lamenta.
Aseguró que ni él mismo sabe cómo salió de la droga, pero cree que en eso jugó un papel fundamental las oraciones de la mamá (Tarcila), quien aceptó, sufrió mucho con este tema.
“Un domingo dije no puedo más, sí a la vida, no a la droga y al alcohol”, dijo.
Es consciente, que solo es mucho más difícil, por lo que aceptó la ayuda de la Fundación Luis Martín Manzano, en Cúcuta.
“También hay una Fundación en Medellín llamada Corpuven, que se encarga de recoger habitantes de calle, con problemas de drogadicción y alcoholismo. Yo me sumé a un programa llamado Acarpin e hice un curso que con alcaldía y el Sena, nosotros estábamos en una granja en Copacabana, que fue muy productivo”, contó.
Explicó que allá iban a darle cursos, sembraban y cosechaban.
“Tuve una huerta muy bonita”, chicaneó.
Aunque disfrutó de la agricultura, lo sedujo aún el tema de la costura. Una señora le ofreció pagarle un curso, que terminó por darle otro nuevo giro a su vida.
“En la pandemia aprendí y aunque hace tan poco que lo hago, la gente me dice que es muy bonito”, dijo.
Así, logra sustentar sus necesidades, aunque muchas veces le cuesta conseguir para lo básico.
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“Hay días que no hay para el almuerzo. No gano mucho, pero me sostengo, tengo para mis gastos personales”, aseguró.
Quienes quieran comprarle sus tejidos, pueden ir a la Plazoleta de las Torres de Bomboná entre 7:30 y 8:30 a.m. y después de esa hora al interior de Comfama San Ignacio, donde le permiten hacer su trabajo.
Redacción: Jaider Escobar Buitrago
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