Hay gente que suele encontrar, entre las nubes, diversas figuras. Ven cualquier cantidad de imágenes: barcos en alta mar, rostros, relojes, árboles, en fin…
A veces, cuando el cielo está gris, algunos tienen la costumbre de asociar esas imágenes con figuras ‘tormentosas’ o pronósticos trágicos. Algo similar ocurre con nuestros problemas. A veces vemos el panorama nítido y en otros el entorno se detecta ‘encapotado’.
¿Por qué será que, de manera desafortunada, solemos ver más nubes grises?
Es evidente que tendemos a ver las cosas desde un prisma oscuro porque, con relativa frecuencia, el miedo nos embarga. Deberíamos comprender que ver el lado flaco de cada cosa hace que nuestro estado de ánimo se vaya al piso y que se incrementen las ganas de huir, tal y como lo hacen los cobardes.
Dicho de otra forma, somos adictos a la negatividad. Insistimos en atormentarnos por todo, sin prever que lo más sensato es encontrar la serenidad en cada situación de nuestra vida. Si una tribulación o cualquier angustia le conmueve tanto que le hace perder la calma, le conviene avivar la esperanza.
¿Cree que es difícil aplicar esta filosofía?
¡Todo depende de la forma como afronte las situaciones! Y en ese sentido es fundamental la perspectiva con la que esté observando lo que le ocurre.
Por ejemplo: si está estancado en un problema que no logra resolver es porque se ha empecinado en ver gris su panorama.
Ver esa dificultad como algo enorme no le ayudará a solucionarlo; al menos, ese no es el camino correcto.
El solo hecho de darle infinitas vueltas a la situación, llenarse de nervios y hasta no dormir, en lugar de ofrecerle luces, le oscurecerá más el entorno.
¿Qué le aclarará la situación?
Será fundamental definir bien ese problema que tiene. Luego de que lo tenga claro, le corresponderá abordarlo y ser lo suficientemente creativo como para diseñar diversas formas de enfrentar esta situación desde una perspectiva distinta a la del desespero.
Debe comprender que la mente humana es una fuente generadora de armonía. Y si se lo propone, cada día podrá ingerir una dosis suficiente de tranquilidad para enfrentar los retos que la vida le traiga.
Además, todo pasa y ocurre en el momento que debe ser y nada es eterno. Es decir, también los sufrimientos pasarán.
Siempre he creído que la adversidad es un horno y, si lo analiza bien, el oro de nuestra vida se purifica en ese fuego. Además, las penalidades pueden sacar a relucir cualidades que teníamos escondidas.
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