“Hermano hágame un favor, es que necesito cargar una papaya que tengo en el Restrepo y traerla para acá. Yo le pago el acarreo”, así fue como inició el martirio de un comerciante de Corabastos y de su familia durante las 24 horas que duró escopolaminado, víctima de un terrible hurto que llegó a su final la mañana del pasado martes.
De buena fe, don Héctor, un comerciante de 57 años, accedió a hacerle el favor a este extraño, sin imaginar que más tarde perdería la consciencia y acabaría sin su mercancía y con su camioneta desvalijada.
Durante esas intensas horas, los delincuentes pasearon al señor por varias plazas de mercado y lo drogaron fuertemente, para luego abandonarlo en un potrero de la localidad de Rafael Uribe. De milagro salió vivo este señor, quien sigue recuperándose en un hospital de la capital, a la vez que con sus pocas fuerzas pide que haya más acompañamiento de parte de la Policía para evitar esta clase de situaciones.
24 horas perdido
La historia de don Héctor comenzó en la mañana del pasado lunes. El señor suele llegar a la puerta 7 de Corabastos para recoger la mercancía con la que a diario surte el supermercado de su familia. Su hijo le contó a Q’HUBO todo lo que vivieron antes de encontrarlo.
“Mi papá lleva más de 20 años yendo a la plaza de mercado de Corabastos. Como todos los días, muy temprano se acercó a la puerta 7 para cargar los productos que iba a traer al supermercado que tenemos. Él hace la carga y en ese momento se acercó este sujeto a pedirle el acarreo, a lo que él respondió: “es que me tengo que ir a mi negocio”, pero al final accedió”, así comenzó su relato Jonathan, hijo del comerciante.
A las 9:27 de la mañana salió don Héctor con el extraño. “Arrancaron hacia la plaza del 20 de julio y este señor le dijo: ‘Hermano, es que la mercancía no está acá todavía, por qué no vamos hasta la plaza del Restrepo que allá tengo otra papaya que llevar’. Mi papá no quería, porque tenía que volver al negocio, pero este le respondió: ‘Tranquilo que yo le reconozco algo más’”, siguió el joven.
Escopolamina en el tamal
A las 10:33 a. m. el señor llamó a la casa y dijo: “Yo no me demoro nada, estoy bajando del Restrepo y voy para allá”, pero esa fue la última comunicación de su parte. Lo que supieron después fue que a don Héctor lo habían escopolaminado con un tamal que le ofrecieron ‘gentilmente’. “El tipo le dijo: ‘Venga, comamos algo porque nos vamos a demorar’, él aceptó y, al parecer la droga estaba en el tamal”, prosiguió.
La familia en pocas horas supo que si don Héctor no regresaba al negocio era porque algo malo le había pasado. Inmediatamente, y con todos los contactos que tienen, emprendieron una larga búsqueda revisando cámaras, pero el hombre no apareció hasta el otro día, a las 11 de la mañana.
“Dejaron el carro abandonado detrás del Colegio Quiroga Alianza (Tunjuelito). A él lo dejaron prácticamente mal vestido y le quitaron los zapatos. Unos recicladores fueron quienes lo encontraron. Otra señora vio que mi papá se trató de bajar del carro y se cayó, ella le dio agua y llamó a la Policía. Cuando lo encontraron no sabía dónde estaba y no reconocía a ninguno de sus familiares”.
Tras el robo, la camioneta apareció con llantas que no correspondían a su vehículo, además de quitarle los componentes de la misma y el mercado que llevaba para surtir su supermercado.
Solo reparar el daño de la camioneta costará $8 millones, y el mercado valía unos $2 millones y medio. Esto sin contar lo más grave, el daño que le hicieron a don Héctor, quien en medio de su recuperación ayer nos dejó este mensaje: “esperamos que haya un mayor seguimiento a las cámaras de seguridad y acompañamiento de las autoridades”. ¡No hay derecho!
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