César Facciola (70 años) y su madre, Beatriz Ballesteros (90 años), se vieron obligados a dormir en el aeropuerto luego de ser víctimas de una estafa que los llevo a perder todo lo que tenían. Don César le contó a Q’Hubo la historia a detalle y pidió una mano amiga que lo apoye en esta época de navidad. Aquí le contamos como podemos ayudarlos.
“No me gusta pedirle nada a nadie, pero en estos momentos la necesidad obliga”, son las palabras con las cuales César Facciola, un bogotano de 70 años, ha dejado en evidencia un drama que inició hace cuatro años, pero solo hasta hace unos días se visibilizaron las terribles condiciones en las cuales debe pasar las noches junto a su mamá, Beatriz Ballesteros (90 años), frente al cubículo número 157 de atención en la zona de vuelos nacionales del aeropuerto El Dorado de Bogotá.
Dicha situación se viene presentando desde hace cinco meses, según las cuentas que hace César, quien con la mirada entristecida, pero aún con brillo, guarda la esperanza de salir adelante y reponerse de este duro golpe que le dio la vida y que hoy lo tiene a la deriva junto a su mamá. Esta es su historia.
La estafa
Cesár y Beatriz vivían por el barrio Cedritos (Usaquén) antes del inicio de la cuarentena. Por ese entonces, “tenía una vida muy digna, ganaba buen dinero y cero problemas”, confesó el adulto mayor mientras saludaba a varias de las funcionarias de la terminal y agentes de la Policía, los cuales a lo largo de estos meses les han brindado una mano al hombre y a su mamá. “¡Se toman la molestia de llevarnos café, empanadas o buñuelos!”, agregó César.
En aquella época de abundancia, un negocio se le atravesó al adulto mayor, quien invirtió 600 millones de pesos en la venta de unos camiones de carga, pero de un día para otro, y luego de haber efectuado el abono del efectivo, los vendedores se desaparecieron.
Lo peor de todo esto es que a los pocos días César comenzó a recibir llamadas con amenazas de muerte si llegaba a poner en conocimiento de las autoridades la estafa de la cual fue víctima.
Esto llevó a que no iniciara un proceso, pero sí se siguieron acumulando las cuentas, hasta que un día terminaron por quitarles la casa y, pensando que la familia siempre va a estar para apoyarse en las buenas y en las malas en cualquier momento, desafortunadamente no fue así para este señor y su madre. Cuenta con dolor que les dieron la espalda.
Hay varios sobrinos que se encuentran en Canadá y en Europa, pero todo da a entender que lo que suceda con estos dos miembros de su seno familiar poco o nada les importa, pues César comentó que no ha recibido una sola llamada. Pero esto no son penas para el hombre, quien sigue despertándose cada día con el objetivo de darle “la vuelta a la arepa” y comenzar a enderezar la vida que un par de hampones le volvieron trizas.
Una nueva oportunidad
La situación caló en el fondo de dos personas que este jueves, en horas de la noche, llegaron hasta el aeropuerto para comenzar a indagar lo que se había dicho frente a la situación de César y Beatriz, y terminaron ofreciéndoles posada durante esta temporada de Navidad y Año Nuevo.
La decisión, que en principio era no aceptar el ofrecimiento, terminó por tomarla César pasadas las 9:00 p. m., tras confirmar que una trabajadora social que lo había citado nunca se presentó, por lo que ayer madre e hijo pudieron disfrutar de la comodidad de una cama y un techo dónde pasar la noche, gracias a la noble acción de estos dos ciudadanos, los cuales prefirieron reservar sus identidades, pero uno de ellos aseguró que “no fueron ellos los que obraron sino fue el de arriba con sus hilos” el que los llevó a tomar esta decisión; mientras con su mano derecha apuntaba con el dedo índice hacia el cielo, para darle el crédito a Dios.
“Pasamos muy buena noche y hoy voy a hacer unas vueltas para que puedan atender a mi mamá, porque desde hace más de 23 días que tiene uno de sus brazos paralizado”, comentó César, quien de paso indicó que si alguna persona de buen corazón quiere ayudarlos a él y a su progenitora, de la forma que sea, puede hacerlo comunicándose con él al número 312 6435818.
“Estamos muy agradecidos con todos y cada una de las personas que mi Dios está usando para ayudarnos. Necesitamos ese descanso, la verdad lo anhelamos”, le indicó a Q’HUBO Beatriz minutos antes de arrancar para el barrio Barrancas, en donde queda la vivienda en la que pasaron ayer una digna noche y pudieron conciliar mejor el sueño.
“No quiero ser un parásito ni ser mantenido”
César asegura que entre sus prioridades está conseguir un techo donde pueda vivir junto a su mamá. “Así fuera un apartamento que tenga una estufa de gas, con eso podría comenzar a trabajar en mi proyecto productivo”, añadió el bogotano, quien comentó que no pretende convertirse en “un parásito ni que el Gobierno me dé todo con subsidios”.
Y aprovechando la vitalidad de la que se jacta, “mejor que la de un muchacho de 20 años”, según él mismo dice, tiene como objetivo sacar adelante su proyecto, del cual viene planeando hasta el más mínimo detalle, demostrando los cerca de 40 años de experiencia laboral que tiene como administrador de empresas.
“Sé que voy a salir adelante y me voy a recuperar; estoy seguro”, comentó el ciudadano, quien a pesar de las circunstancias tiene una fe inquebrantable y una confianza en sí mismo que más de un cristiano que lo tiene todo envidiaría poseer. “Necesito $15 millones, alguien que crea en mí, que me los preste, que no los regale como capital semilla y con eso salgo adelante. Con un año que me den, verán en dónde estoy”, finalizó.
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