Sin ninguna clase de escapatoria y privado hasta de la luz del sol, John Altamirano lleva 44 días encerrado en un hospital chino del que, al menos por ahora, su salida parece poco probable.
Las autoridades de ese país, una de las más estrictas con el tema de la bioseguridad, le hicieron una prueba de COVID apenas llegó al país y la cual, infortunadamente, le salió positiva.
A partir de aquí comenzó una pesadilla para John que no deja de empeorar conforme pasan los días ya que, según la normativa sanitaria china, una persona diagnosticada con COVID debe permanecer obligatoriamente aislada hasta que dé negativo en las pruebas posteriores que se le practiquen.
Dicho aislamiento, valga la pena aclarar, también impide que el paciente pueda abandonar China.
El tema radica en que las pruebas que le practican siguen dando positivo y no lo dejarán salir hasta que suceda lo contrario.
En cumplimiento de esta ley, John ha completado más de un mes encerrado y seriamente perjudicado por las consecuencias inevitables del encierro: depresión, flagelos de salud ajenos al virus y pérdida de peso crónica.
Su novia clama a las autoridades consulares de nuestro país en China por alguna solución, mientras, la embajada, por otro lado, solicita calma mientras se resuelve la situación con una prueba negativa.
Rumbo a un sueño
Altamirano se desempeña como docente y obtuvo la que sería una de las oportunidades más grandes de su carrera: el HD Bilingual School. Uno de los colegios bilingües más grandes de la capital china, Pekín, lo contactó para que hiciera parte de la planta de docentes que enseñan inglés.
Aunque en un principio, a finales de 2019, John desempeñó su cargo de manera virtual debido a la pandemia, a finales de agosto le dijeron que se mudara para dar las clases de manera presencial.
En el camino, Altamirano tuvo que practicarse dos pruebas COVID, una en Amsterdam (Países Bajos), cuyo resultado fue negativo, y otra en su destino, Pekín, con un resultado no tan agradable: positivo para COVID. Aquí comenzó su suplicio.
Un hospital parecido a la cárcel
Cuando los chinos deciden aislar a una persona cumplen con un estricto protocolo de seguridad que representa, para el paciente contagiado o sospechoso de estarlo, un encierro tremendo en una habitación solitaria y, en la mayoría de los casos, privada de la luz del sol.
En una de estas ‘celdas’ hospitalarias se encuentra Jhon desde hace 44 días, en donde a duras penas le llevan tres comidas al día y le practican, tres veces por semana, pruebas PCR de COVID que le tienen irritadas las fosas nasales.
Así es el protocolo
La primera noche de John en China transcurría de manera tranquila y sin sobresaltos. Mientras conseguía una vivienda para vivir, el docente decidió alojarse en un hotel de Pekín después de aterrizar en la ciudad y practicarse la prueba COVID de la discordia.
Tal y como lo indican los protocolos de ese país (que fue en donde apareció el virus por primera vez), una vez se detectó que John era positivo para COVID, una ambulancia conducida por sujetos que vestían trajes de bioseguridad llegó al hotel en donde se encontraba alojado y lo subieron, prácticamente obligado, a una ambulancia para llevárselo al hospital. A partir de ahí quedó totalmente aislado.
“Están violando sus derechos humanos”
China es un país complejo y, en cierta medida hermético, que mantiene sus comunicaciones con Occidente bajo un estricto control de seguridad.
Dicha política le ha impedido a John mantener una comunicación fluida con nuestro país, dado lo cual muy pocos medios de comunicación y su esposa Natali Ortega Jiménez (foto derecha) han establecido alguna clase de contacto con él.
Ortega, en diálogo con Blu Radio, denunció que “él entró bien de salud y en este momento la salud mental está deteriorada.
Está perdiendo peso, no recibe la luz del sol. Cada tres días le hacen pruebas COVID, las fosas nasales las tiene irritadas. Se esta atentado contra la integridad de mi esposo y contra los derechos humanos. Pedimos al Gobierno que nos ayuden a repatriarlo”.
El cónsul pide paciencia
“El cónsul me ha llamado, he hablado con él en varias oportunidades, me dice que no pueden hacer nada, que tienen las manos atadas para hacer una repatriación.
Hoy me llamó y me dijo que iban a intentar enviarme unos libros y comida”, contó un desesperado y evidentemente indispuesto Altamirano, quien además de leer los pocos libros que tiene y chatear (cuando las comunicaciones se lo permiten) camina, con el fin de mantener la cordura, de una pared a otra de la fría y poco limpia habitación de hospital en la que se encuentra.
Frente a este dramático caso de nuestro compatriota, la embajada de Colombia en China se permitió comunicar que: “es una política general del país que no tiene excepciones, y hoy hay cientos de casos de extranjeros en circunstancias similares”.
Así las cosas, y en vista de la dura política china anti COVID, la única forma de que John salga del hospital y pueda ser repatriado es que una de sus pruebas de PCR indique una incidencia molecular por encima de los 40 puntos (las de John han llegado, cómo máximo, hasta los 39).
¿Qué tal le pareció este contenido?
¡Haga clic en una estrella para puntuar!
Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0
Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sea el primero en puntuar este contenido.