Q’HUBO le cuenta algunos de los misterios y saberes ancestrales detrás del rescate de los niños en la selva del Guaviare.
Han pasado once días desde que Lesly Jacombaire Mucutuy, de 13 años, y sus hermanitos Soleiny Jacobombaire Mucutuy, de 9 años; Tien Noriel Ronoque Mucutuy, de 4 años, y la pequeña Cristín Neriman Ranoque Mucutuy, de 1 año, fueron localizados y rescatados de las selvas del Yarí, en Caquetá.
En apenas una semana han pasado muchas cosas, como la desaparición del perrito Wilson, otro de los grandes protagonistas; los lamentables líos familiares y el proceso de recuperación de los pequeños, quienes no solo sobrevivieron a la trágica caída de la aeronave en que viajaban con su mamá, a quien tuvieron que ver morir, sino que se las arreglaron con sus conocimientos para sobrevivir allí por 40 días.
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Q’HUBO conversó con el padre misionero Ángel Antonio Carreño, quien ha tenido contacto con la cosmogonía de los pueblos indígenas sobre lo que fue esta labor en la búsqueda y todos los
misterios detrás del milagro en la selva.
Los duendes en su camino
Días después de que se confirmara la superviviencia de los menores, María Fátima Valencia (la abuela de Lesly, Soleiny, Tien y Cristín) aseguró que vio en sueños que los niños estaban acompañados por un duende, una serpiente que los guiaba.
Según explica el padre Ángel, los indígenas tienen algo llamado ‘ley de origen’, en la cual “todo lo que existe, las montañas, los ríos, las piedras, tienen espíritus que son guardianes y protectores, que aunque nosotros no los percibamos o no los identifiquemos, para ellos no solo son reales sino que resguardan los territorios”.
Siguiéndolos en sueños
“Tan pronto como ellos llegaron al territorio donde cayó la avioneta (hace ya 56 días), lo primero que hicieron fue pedir permiso a la selva para entrar, para ser aceptados -explica el padre Ángel- y ahí todos tomaron un yagé suave, según el relato de la comunidad; pero el taita mayor que fue con ellos tomó un yagé más fuerte que le permitió tener visiones. Es algo que nosotros no concebimos, pero hace parte de su medicina ancestral”.
El experto explica que esto hace parte de una especie de ‘Manual de cortesía de la selva’, en el que además se hacen una variedad de ofrendas a la Madre Selva para que guíe su camino y les permita cumplir con el objetivo por el cual llegan a la selva.
Mística recuperación
Según reveló recientemente Dayron Mucutuy sobre sus sobrinos, en este momento su comunidad trabaja en “dar prioridad al proceso de curación desde nuestra espiritualidad y sistemas de conocimientos propios”. Al respecto, el misionero explica que no es posible precisar de qué manera la comunidad llevará a cabo un ritual de armonización y de manejo del duelo.
“Cada ceremonia es única porque está enfocada en esa labor, no como nosotros que en una misa
tenemos unos pasos”, afirma.
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¿Una vida por otras?
Según lo reveló Dayron Mucutuy, tío de los pequeños héroes, hoy su comunidad indígena eleva también unos cantos dirigidos a la Madre Selva para que el espíritu de la mamá de los niños, Magdalena Mucutui, “retorne a la gran casa ancestral”. Muy de la mano con eso está la historia de Wilson, el perro que acompañó a los niños y guió al bloque de búsqueda.
“El taita mayor relataba que la Madre Selva se quería quedar con los niños, los quería cuidar, pero desde la cosmovisión indígena hay relatos de personas que hablan con los animales y las plantas, y para ellos es posible que Wilson se haya ofrecido y expresado su deseo de cambiarse por los niños. Fue su decisión dar su vida y eso choca con nuestro deseo de recuperar al animal”, dijo Carreño.
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