El álbum de matachos más popular de las décadas de los 70 y 80 era el famoso ‘Amor es…’. Probablemente los jóvenes no saben de qué les hablo, pero si les preguntan a sus padres, ellos les dirán que todas las figuritas de dicha colección se basaban en dos muñequitos: ‘Él’ y ‘Ella’.
Los dos siempre estaban expresando sus sentimientos mutuos con tiernos mensajes, invocando singulares metáforas.
Hoy el tema podría leerse ‘cursi’, pero todos los mensajes contenían la frase ‘Amor es…’, y continuaban con expresiones dulces y tiernas en pro de la relación en pareja.
La colección llegó a ser más popular que la de los mundiales. ¡Y no exagero! Decidí escribir en esta página de ello porque siempre he creído que la espiritualidad es amor.
Sí, ese es un sentimiento creado como un don que viene de Dios; por eso, solo la persona que es espiritual ama de verdad.
Este escrito está dedicado a usted y a su novia (o).
Y como debo seguir a tono con el tema de las viñetas de hace varias décadas, podría decir que ‘Amor es…’.
Dejar ser y comprender’
Yo les diría a todos los que deciden entablar una relación que, antes de dar el “sí”, deberían pensar en que el amor no consiste en atarse a nadie. ¡Es todo lo contrario! En cualquier relación debe primar la libertad.
Usted no se casa ni para ponerles ‘esposas’ a las manos de su pareja, ni mucho menos para quedar preso en la cárcel del hogar o de la rutina.
Es obvio que todos, sin excepción alguna, somos libres para actuar, opinar y decidir qué hacer; estemos en familia, casados, solteros o viudos.
Considero que en el matrimonio o en cualquier unión libre no somos ni jueces ni carceleros como para pretender tener la potestad de que alguien termine en celdas.
La gente lo que decide es compartir su vida con ese ser que es su complemento, al que respeta, admira y ama. Más allá del tema nupcial, hay que entender que si bien nos convertimos en ‘amados esposos’, jamás podemos pretender ser unos ‘amantes presos’.
Una pareja que ama es amiga y compañera. Es alguien que siempre está ahí, a su lado, para darse felicidad o ayudarse en las situaciones difíciles.
La clave de la libertad es la confianza, el respeto y, sobre todo, el tener en cuenta que cada persona valora los espacios, las necesidades y, por supuesto, los sentimientos del otro.
Tres de los grandes beneficios que aporta la espiritualidad en cualquier relación amorosa es que le permite al otro ser, expresarse y ser feliz.
Quienes deciden conformar un hogar deben conciliar en cosas claves, tales como: la forma como se maneja la economía, el sexo, la educación de los hijos, los proyectos del hogar, en fin…
El compromiso no es un grillete; es aceptar esforzarnos por resolver los problemas de manera que los dos aportemos y estemos felices con las soluciones.
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