Nicolás es tan rolo como la changua. Se describe como un “bogotano hecho a pulso”. Es padre de dos pequeñas, que son el fruto de una relación de 16 años.
“Yo he hecho cosas desde muy joven, de hecho fui padre a los 20 años”. Es hijo de un farmacéutico y una ama de casa.
“Yo he trabajado prácticamente desde los 14 años, porque a los 20 también me hice cargo de una de mis hermanas”, reveló. Tiene estudios en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Libre y un magíster en Gobierno y Gestión Pública de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (España).
Posee un gesto amable que brinda confianza e invita a hablarle. No obstante, desde su postura es más importante tener una idea, porque considera que estas son indestructibles.
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Ramos tiene 10 años de experiencia en la gestión de recursos públicos para conseguir resultados concretos (banca multilateral). Asimismo, posee amplios conocimientos en moneda digital y nuevas tecnologías del sistema monetario internacional. De hecho, esa es la apuesta de su gobierno, una Bogotá llena de tecnología. Para él es fundamental dar soluciones prácticas usando la tecnología con apoyo de la comunidad.
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Desde su punto de vista, es importante centrarse en la democracia deliberativa, es decir, se deben promover herramientas que promuevan la participación y se llegue a políticas públicas que sean el resultado del consenso. Además, su caballo de guerra es algo a lo que él cataloga ‘cogobierno’ y ‘ciudades 5.0’.
Hasta hace poco, solo algunas personas conocían a Nicolás Ramos; de hecho, para muchos era más conocida su peculiar máscara blanca y magenta, lo que lo apodó ‘el candidato de la máscara’. Sin embargo, con el pasar de los días mostró su rostro.
Este joven bogotano tiene 33 años y su aspiración a la Alcaldía Mayor de Bogotá llegó respaldada por 125.000 firmas. Él es impulsor del movimiento ‘Más acciones, menos rostros’.
“La máscara nace como un ícono que representa a ese ciudadano invisibilizado, del anonimato, pero la máscara no soy yo, es el vecino, el joven o su ser querido, La máscara es Bogotá, es una idea”, dice con la certeza de que su movimiento sí representa a la ciudadanía.
Es muy enfático en que para él las iniciativas no tienen orilla política, no son de izquierda, derecha o centro. “Es que finalmente, sea de donde sea, Bogotá debe hacer el Metro, no es un Metro de izquierda o de derecha”, insiste.
Con esa apuesta política hoy Nicolás Ramos compite en la carrera por el Palacio de Liévano, y aunque es consciente que tiene contendores de peso, está convencido del poder de su campaña y hoy su autenticidad y apuesta tecnológica han logrado que los reflectores
volteen a verlo.
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