Sobre las 11 de la noche de un día como hoy, 13 de noviembre, se presentó una de las mayores tragedias en la historia de Colombia: la avalancha de Armero. En 1985, la erupción del Nevado del Ruiz desencadenó una corriente de lodo, rocas y escombros que, en cuestión de minutos, sepultó casi por completo al municipio de Armero. Más de 25,000 personas fallecieron aquella noche, dejando a un país entero sumido en el dolor y la indignación.
Una tragedia que se pudo evitar
Fue una tragedia anunciada, un desastre que pudo haberse evitado, pero que la falta de previsión y preparación no logró contener.
Hubo múltiples advertencias y señales previas a la erupción del Nevado del Ruiz, pero estas no fueron atendidas de manera efectiva. Desde el año anterior, el Nevado del Ruiz mostraba signos de actividad con emisiones de gases, temblores y algunas erupciones pequeñas en los meses previos. Geólogos y vulcanólogos identificaron estos signos como advertencias claras de una posible erupción mayor.
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Científicos nacionales e internacionales alertaron sobre el riesgo de una erupción y la posibilidad de una avalancha debido al deshielo de los glaciares en la cima del volcán. Estos expertos pidieron a las autoridades que tomaran medidas preventivas y consideraran la evacuación de las zonas en riesgo.
Se elaboraron mapas de riesgo que mostraban las áreas susceptibles de ser afectadas por una avalancha, incluyendo a Armero. Sin embargo, estos mapas no fueron difundidos ni tomados en cuenta en los planes de emergencia, por lo que la población permaneció desinformada y vulnerable.
A pesar de las advertencias, la falta de coordinación entre los organismos gubernamentales y de emergencia impidió que se implementaran medidas de evacuación. La respuesta fue insuficiente y no llegó a tiempo para proteger a la comunidad.
Papá de Iván Duque era ministro de Minas
Un día antes de que volcán hiciera erupción, el alcalde del municipio, Ramón Rodríguez, intentó evacuar a los habitantes, pero no fue posible. Rodríguez había buscado ayuda de varios funcionarios, entre ellos el ministro de Minas, Iván Duque Escobar, bajo la administración de Belisario Betancur. El ministro ya disponía de investigaciones realizadas por vulcanólogos y científicos que advertían que, sin medidas preventivas, Armero podría desaparecer.
Hernando Arango Montenegro, exrepresentante a la Cámara por Caldas, también había advertido al ministro sobre los riesgos. Arango recuerda que Duque Escobar lo calificó de “apocalíptico” y “dramático” por alertar sobre la posibilidad de una tragedia. Días antes de la avalancha, Arango volvió a pedirle al ministro que instalara alarmas en la zona, pero Duque respondió que el costo, unos $2,000 dólares, era excesivo. Arango incluso le sugirió vender algunos vehículos del ministerio para cubrir los costos, pero su propuesta fue tomada como una broma. La advertencia fue ignorada y, finalmente, la tragedia se produjo.
Desgarradora historia de Omaira Sánchez
Entre las historias más impactantes está la de Omaira Sánchez, una niña de 13 años que quedó atrapada entre los escombros y, durante casi tres días, luchó por sobrevivir mientras el país y el mundo presenciaban su valentía.
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Cuando la avalancha descendió sobre Armero, Omaira y su familia fueron sorprendidos por la fuerza del lodo y los escombros que cubrieron el municipio en cuestión de minutos. A pesar de los esfuerzos de su madre y vecinos para salvarla, la niña quedó atrapada bajo toneladas de escombros, con solo su cabeza y parte de su torso visibles.
Omaira fue localizada por un grupo de rescatistas, y las imágenes de su rostro lleno de barro, pidiendo ayuda, fueron transmitidas en vivo por la televisión, lo que impactó profundamente a Colombia y al mundo entero. Durante su agonía, Omaira mantenía una lucidez impresionante, conversando con los rescatistas y pidiendo agua mientras esperaba ser liberada.
Aunque se hicieron esfuerzos por liberarla, las condiciones eran extremadamente difíciles. El lugar donde estaba atrapada era inaccesible debido al riesgo de colapso de los escombros y la falta de herramientas adecuadas. A pesar de los intentos de los rescatistas, no pudieron llegar a tiempo para salvarla.
El 16 de noviembre, tres días después de haber quedado atrapada, Omaira Sánchez falleció debido a las heridas que sufrió durante el colapso, el agotamiento y la falta de atención médica. Su historia conmovió al país y el mundo entero, convirtiéndola en un símbolo de la tragedia de Armero.
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