En algún momento de la vida, y en especial cuando llegan los cumpleaños, mucha gente desearía volver a su juventud, lejos de las dolencias y enfermedades propias de la edad.
En las últimas horas un grupo de científicos de la Universidad de Minnesota, en Estados Unidos, anunció que el desarrollo de su vacuna anti envejecimiento ha dado resultados prometedores, tras pruebas con ratones de laboratorio.
Paul Robbins, profesor de bioquímica, biología molecular y biofísica, y director asociado del Instituto de Biología del Envejecimiento y el Metabolismo de esta universidad, considera que “los datos fueron extremadamente sólidos… Creo que es una muy buena prueba de principio”.
Pero el optimismo del profesor Robbins no es precisamente porque hayan dado con una forma de acabar con las arruguitas de la edad, sino porque este desarrollo científico podría darle la pelea a terribles enfermedades degenerativas, como el cáncer o el Alzheimer.
Todo parece indicar que con el COVID el mundo vive una revolución de la medicina.
Envejecimiento celular
Desde el colegio, la biología cuenta a grandes rasgos que el ciclo de la vida desde las células es nacer, crecer, reproducirse y morir, sin embargo, el envejecimiento de nuestro cuerpo se debe a las células senescentes.
En entrevista con la revista ‘Live Science’, el profesor Paul Robbins explica que estas “han dejado de multiplicarse debido al daño o al estrés, pero que no mueren cuando deberían”.
El sistema inmune tiene dificultad para identificarlas y eliminarlas, por lo que se van acumulando en nuestro cuerpo y liberan compuestos que producen inflamación y empiezan a degenerar otras células, haciendo que parezcan enfermedades relacionadas con la edad, como el cáncer, el Alzheimer y la aterosclerosis o acumulación de placa en las arterias.
Una solución de fondo
Hace más de una década que la comunidad científica está volcada a encontrar una solución contra la degeneración celular, y gracias a esto existen pastillas, cremas y terapias, pero ¿podría hacerse una vacuna?
Pues con ese objetivo en mente los investigadores de la Universidad de Minnesota analizaron varias células senescentes para encontrar un antígeno, proteína clave para estimular al sistema inmune a combatirlas, tal y como sucede hoy con las vacunas contra el COVID-19.
Por este medio encontraron la ‘glucoproteína proteína B del melanoma no metastásico’ o Gpnmb, la cual desarrollan células senescentes presentes en las arterias, las venas y los vasos capilares, que sería clave para desarrollar la vacuna.
Aún queda un largo camino
Al menos hay que esperar ocho años para ver la vacuna hecha realidad en humanos. Por ahora las pruebas en ratones son un gran paso en el desarrollo de cualquier medicamento, esto debido a las similitudes genéticas; pero aún deben hacerse pruebas en otros mamíferos, entre ellos primates, y también deben pasar las pruebas de seguridad en humanos, que será la última fase.
Aún así, el profesor Paul Robbins aseguró que de momento no se han notado efectos secundarios y explicó las bondades de la vacuna frente a un medicamento.
“Las personas podrían recibir la inyección, digamos, a los 50 años, y evitar acumular células senescentes en primer lugar.
El sistema inmunológico de una persona vacunada estaría entrenado para buscar células senescentes y destruirlas a la vista; por el contrario, alguien que toma medicamentos senolíticos necesitaría tomarlos repetidamente, ya que estas células se volverían a acumular después de cada tratamiento”.
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