En el marco del Día Mundial de la Juventud, se destaca la creciente preocupación por la influencia de la tecnología en la salud mental y física de los jóvenes, enfrentando riesgos como la depresión, obesidad y enfermedades cardiovasculares.
La juventud, comprendida entre los 15 y 24 años, se considera un grupo dinámico y generalmente saludable. Sin embargo, existen varios factores que pueden impactar su salud de manera significativa. Entre las afecciones más comunes se encuentran las infecciones respiratorias, las enfermedades cardiovasculares y la obesidad, condiciones que, aunque no tan frecuentes en esta etapa, presentan riesgos importantes.
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Otro tema preocupante es el uso de dispositivos electrónicos durante largas horas, especialmente antes de dormir. El exceso de exposición a las pantallas puede alterar los ciclos de sueño, provocando insomnio y afectando el rendimiento académico y bienestar general de los jóvenes. La falta de sueño también está relacionada con un mayor riesgo de desarrollar trastornos de salud mental, como la ansiedad y la depresión.
A su vez, el consumo de cigarrillos y vapeadores, el uso de sustancias ilícitas, y el alcohol son prácticas que afectan gravemente la salud de los jóvenes. Estas conductas, muchas veces incentivadas por la búsqueda de aceptación social y el fácil acceso a la tecnología, pueden llevar a enfermedades crónicas y a un deterioro general de la salud.
El sedentarismo y una alimentación inadecuada, impulsados por el uso excesivo de dispositivos electrónicos, también contribuyen al aumento de la obesidad en este grupo poblacional. El impacto del consumo de tecnología no solo se refleja en la salud física, sino también en la salud mental. Desde la pandemia, se ha observado un incremento en las tendencias depresivas, atribuidas a la falta de socialización presencial y al reemplazo de interacciones cara a cara por las virtuales.
Finalmente, el uso inadecuado y excesivo de las redes sociales ha incrementado la exposición de los jóvenes a contenidos que promueven conductas de riesgo, como dietas extremas, consumo de sustancias ilícitas y comportamientos autodestructivos. Es crucial que los jóvenes sean educados sobre los peligros de estas influencias y que se promueva un uso responsable y crítico de la tecnología.
Recomendaciones
Para promover el bienestar de los jóvenes, es esencial fomentar la actividad física, una alimentación balanceada y el apoyo social y familiar. La educación en inteligencia emocional desde los colegios juega un papel clave en el desarrollo de relaciones sanas y la gestión de conflictos.
Además, es fundamental que los jóvenes estén informados sobre la prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) y el uso de protección adecuada para evitar embarazos no deseados. Según la OMS, la tasa de nacimientos en la adolescencia a nivel mundial es de 64,5 por cada 1000 mujeres, una cifra que resalta la necesidad de educación sexual integral.
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