Esta es la historia de Nelson Jaramillo, uno de los lustrabotas más conocidos del parque de Itagüí, Antioquia.
Luis Nelson Jaramillo, uno de los lustrabotas más conocidos del parque de Itagüí (Antioquia), recuerda como si fuera ayer cuando a los 9 años de edad se fue de su casa, ubicada en el sur del Valle de Aburrá.
“Mi mamá me pilló fumando, me dieron una pela y me volé de la casa. Vine a dar al parque de Itagüí y empecé a andar con unos muchachos que me enseñaron a lustrar zapatos”, recordó Luis Nelson.
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No volvió a su casa y durante varios años vivió en la calle. Incluso, con los ojos encharcados recuerda cuando comía sobrados de la basura, dormía en las bancas del parque y consumía drogas.
Sin embargo, cuando todavía tenía 9 años, cogió una caja de lustrar y empezó en ese oficio para tratar de sobrevivir en la calle. Fue aprendiendo cada día más, con la práctica se fue perfeccionando y empezó a llenarse de clientes; incluso, recuerda que en ese tiempo, más o menos en los años 70, una lustrada valía 15 centavos. “La experiencia también es la que hace al maestro”, dijo.
Hubo un momento de su vida en el que, según él, “asentó cabeza”. Ese momento fue cuando pagó servicio militar a los 18 años de edad. Estuvo dos años en la milicia y asegura que aprendió a ser más responsable.
De hecho, se casó a los 22 años, tuvo dos hijas y trabajó como vigilante durante un tiempo, pero se dio cuenta que, definitivamente, embellecer zapatos era lo suyo. Por eso, volvió al parque de Itagüí y, a sus 61 años de edad, todavía sigue lustrando zapatos en toda una esquina, junto a una reconocida panadería. Aunque se separó de su esposa y se fue a vivir solo, asegura que nunca ha tocado fondo, pero sí se siente muy solo.
Un trabajo humilde
Si bien Luis Nelson es uno de los más antiguos lustrabotas del parque de Itagüí, pues lleva más de 50 años en este oficio, recalca que no es fácil y que no cualquiera lo puede hacer.
Es más, para él, “este es el trabajo más humilde del mundo, porque no cualquiera le limpia los zapatos al otro. Para mí ser lustrador de zapatos es un orgullo y lo hago con mucho amor”, dijo.
Y como todo un experimentado en este oficio, le explicó a Q’HUBO qué se debe hacer para lograr un buen resultado lustrando zapatos. “Primero hay que desempolvar el zapato con estopa húmeda o una media mojada y un cepillo; luego, se aplica el betún con cepillo; después, se brilla con otro cepillo; acto seguido, se le pasa un manta para mejorar el brillo; de allí, se le vuelve a echar betún pero con el dedo para que penetre bien el cuero. Esa es la clave del brillo. Finalmente, se le vuelve a pasar el cepillo de brillo y la manta”.
Aunque Luis Nelson ama lo que hace, sueña con que una empresa lo contrate en su oficio para tener más garantías y estabilidad a su edad; además, asegura que ya no va tanta gente como antes porque la moda ha ido evolucionando y el tipo de calzado que ahora se utiliza es más informal, como los tenis
Redacción: SUSANA COGUA PÉREZ
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