Las manchas de lago hemático de Deivyd Alejandro Bermúdez García permanecían ayer sobre el asfalto, como si estuvieran tatuadas. Estas eran miradas con recelo por los mismos habitantes, quienes en la mañana de ayer seguían sin entender por qué le habían arrebatado la vida a este hombre la noche anterior.
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No entendemos todavía qué pasó. El señor a quien le dispararon estaba tomando desde hacía varias horas con otras personas, cuando de un momento a otro salió un tipo de una casa y le disparó. No sabemos si tenían problemas o que, pero lo cierto es que le disparó y luego escapó”, le relató a Q’HUBO una residente de la zona.
Deivyd Alejandro recibió un disparo en la cabeza y de inmediato se desplomó en el suelo, delante de sus allegados, quienes de inmediato reaccionaron para intentar salvarle la vida. Entre varios lo cargaron y subieron a un vehículo de estacas para trasladarlo al Hospital de Meissen, pero allí murió minutos después.
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Por su parte, el homicida se escapó corriendo y, a pesar de que tiene familiares residiendo en la misma cuadra en donde ocurrieron los hechos, su paradero es desconocido para todos, incluso para las autoridades, por lo que aparece prófugo de la justicia.
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Fatídica noche
Eran las 8:30 de la noche del sábado, Deivyd estaba feliz departiendo con varios amigos en una calle del barrio La Casona (en Ciudad Bolívar), cuando tuvo un altercado con un vecino de la misma cuadra, pero solo fueron palabras.
Aunque todos pensaron que se trataba de una discusión sin importancia que no iba a pasar a mayores, todo acabó en la peor de las tragedias, tanto así que hoy una familia llora la repentina partida de su ser querido.
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Ellos discutieron por algo, el tipo se entró a la casa y los que estaban tomado en la cuadra continuaron en lo suyo. A los pocos minutos, el man que se entró a la casa, sacó un revólver. Esta vez, sin decirle nada al otro sujeto, le disparó en la cabeza”, relató un testigo del hecho.
El crimen se registró justo en la carrera 20 D Bis con calle 68 K Sur, momento en que los habitantes permanecían dentro de sus casas y fueron sacados de las mismas desde el momento que sonó el primer disparo.
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Los gritos pidiendo ayuda y el desespero de sus seres queridos alertaron a varios habitantes, entre ellos un vecino que se ofreció a llevar al hombre de 32 años a un centro asistencial. Tristemente, ya era demasiado tarde.
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