La ultima persona que vio Francisco Alexánder Martínez Torres fue a su verdugo, quien mientras lo miraba a los ojos, sacó un revólver que llevaba escondido en su ropa y le disparó sin piedad en cuatro oportunidades.
Eran las 9:30 de la noche del domingo, cuando una ráfaga de tiros acaparó la atención de los residentes del barrio Las Cruces, en la localidad de Santa Fe, sacándolos de la calma que vivían al interior de sus casas.
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“Se nos hizo raro que el señor hubiera venido dos veces sobre esa misma noche, primero como a las 7 de la noche y casi dos horas después volvió y ahí fue que lo mataron. Nadie vio quién le disparó”, aseguró ayer temerosa una vecina de la cuadra.
Q’HUBO pudo conocer de manera extraoficial por parte de las autoridades que el occiso tenía antecedentes judiciales por los delitos de violencia intrafamiliar, lesiones e inasistencia alimentaria, por lo que se investiga el motivo del crimen.
Bala y muerte…
Sobre las 7:00 de la noche del domingo, Francisco fue visto saliendo de una vivienda de su propiedad, luego de cobrarle el arriendo a unos inquilinos. Dicen que no tuvo contratiempos con nadie, pero que algo extraño lo hizo volver horas más tarde. No se sabe si fue una cita que le puso un arrendatario o si por el contrario, él por voluntad propia regresó a la casa.
El reloj marcaba las 9:45 de la noche y Martínez regresó a la vivienda, ubicada en la Calle 1 con Carrera Séptima, lejos de imaginar que esta sería la ultima visita que haría antes de perder la vida a manos de su verdugo.
No se sabe si el homicida lo estaba siguiendo desde su casa o si se encontraba camuflado en la oscuridad de las angostas y hostiles calles de Las Cruces. Lo cierto es que la víctima fue impactada en cuatro oportunidades por su verdugo, sin que él pronunciara una sola palabra. Las balas ingresaron al estómago y la cabeza del hombre de 43 años.
Posterior a los tiros, el señor cayó tendido en el asfalto y su homicida huyó corriendo en medio de la oscuridad. Los vecinos fueron quienes llamaron a la Policía para reportarles lo ocurrido.
Cuando una patrulla arribó al lugar de los hechos ya no había nada por hacer: don Francisco estaba muerto.
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