“Eso pasó, más o menos, como a la medianoche ahí en uno de los bares de este pedazo. Nosotros ni siquiera escuchamos los disparos, nos enteramos fue por la bulla y el escándalo después de que pasó la cosa, pero en el momento exacto ni nos dimos por enterados, ¡y eso que estábamos ahí no más! Dicen que un tipo llegó hasta la puerta del lugar y de una empezó a dispararle a la gente que estaba en las mesas de la entrada y luego se voló. La gente intentó ayudar pero no se pudo hacer nada y se murieron dos, una chica y un pelado”, le dijo ayer a Q’HUBO un comerciante del barrio Las Margaritas, en Bosa, donde la noche de este martes dos personas fueron asesinadas en medio de un ataque sicarial.
Bala en bar de Bosa
Los hoy fallecidos, la ciudadana venezolana Ariadna González Murillo , de 40 años aproximadamente, y Deiver Javier Muñoz, de unos 45 años, se encontraban departiendo, la noche de este martes, al interior de un local comercial ubicado en la Carrera 92 con Calle 69 Sur.
De acuerdo con las autoridades locales, los hechos sucedieron faltando 10 minutos para las 12 de la noche. Dos sujetos que iban a bordo de una motocicleta parquearon metros adelante del sitio y, acto seguido, el copiloto se bajó del vehículo en dirección del bar en cuestión para cometer el crimen.
Una vez llegó a la puerta del establecimiento e identificó a su víctima, el sicario sacó un arma de fuego que llevaba oculta en la pretina de su pantalón, apuntó y haló el gatillo a quemarropa.
Muerte colateral…
Ariadna González no alcanzó siquiera a cubrirse y recibió un disparo en la cabeza. De inmediato cayó a los pies de la mesa donde se encontraba. Situación similar sucedió con Deiver Muñoz, quien recibió un disparo en la cabeza y quedó herido de muerte en la misma silla donde lo sorprendió el atacante; no tuvo tiempo ni de levantarse.
Una fuente que conoció el caso le confirmó a Q’HUBO que, basados en el material probatorio recopilado hasta el momento, la versión de las autoridades sostiene que el ataque iba dirigido a la mujer y que el hoy fallecido habría muerto sin tener nada que ver con el asunto.
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Dado que el arma tenía silenciador, fueron pocas las personas que advirtieron lo que sucedía.
Una vez cometido el crimen, el sicario llegó hasta la esquina donde lo esperaba su cómplice, se subió a la moto y ambos escaparon impunes de la escena del crimen que acababan de propiciar. Cuando las autoridades llegaron al punto del ataque ya no había nada que hacer, las dos personas atacadas ya no presentaban signos vitales.
Si bien cada víctima recibió un disparo, en la escena del crimen se encontraron al menos cinco casquillos de bala que están siendo milimétricamente analizados para encontrar más pruebas que permitan llegar a los responsables de este doble crimen.
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