Una llovizna leve mojaba los muebles arrojados a la calle de seis familias que vivían en varios apartamentos de un edificio. Sentada sobre un sofá verde, una mujer de avanzada edad observaba cómo los demás vecinos sacaban sus corotos a la calle y destruían las paredes del inmueble. Una madre recicladora lloraba al pensar qué iba hacer con sus dos niños.
Otro abuelito recibía curaciones en sus manos porque esa mañana el desalojo fue tan violento, que él y otras mujeres resultaron con moretones en sus brazos y pecho, ya que el Esmad hizo presencia para llevar a cabo la diligencia.
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Entre tanto, la abogada de los afectados calificó el proceso como “violento” y destacó violaciones a los derechos humanos. A pesar de que esta situación se generó por un enredo legal de las escrituras del predio, hablan de 22 personas que se quedaron sin techo. De ellos, más de la mitad son niños y adultos de la tercera edad.
Violento desalojo…
Llama la atención que la mayoría de los desalojados residió toda la vida en esa casa, ubicada sobre la Calle 64C con Calle 125A. Muchos, incluso, crecieron allí. De acuerdo con uno de los habitantes que dice haber comprado un apartamento allí, “todo empezó porque se murió el anterior dueño. Él había vendido varios predios, como a mí; pero ahora aparecieron unas hijas del señor e hicieron todo lo posible para sacarnos. Ayer (jueves) iba a ser el desalojo, pero se armó el tropel. Nosotros estábamos protestando cuando vinieron con el Esmad”, narró a Q’HUBO don José.
Según la jurista que representa a estas personas, “la diligencia se da por un lío con unos documentos de sucesión. Los papeles fueron presentados para ser anulados. Las familias protestaron y la Policía se negó a desalojarlos en ese momento, además porque ni siquiera vino la Personería, como está decretado que tiene que ser en estos casos. Incluso, la señora (dueña del inmueble) amenazó a los policías de acusarlos por rebelión al no cumplir con el desalojo”, afirmó la mujer.
En la tarde llegaron funcionarios de la Personería y defensores de Derechos Humanos para acompañar el proceso. Pero las familias, en su impotencia, no querían irse ni tenían nada listo. “A mí me sacaron desnuda con otra mujer. Nos jalaban y terminamos con golpes. Llegaron y se metieron a la fuerza a romper la puerta. A una abuelita, que no podía caminar, la sacaron con ambulancia y para un hogar de viejitos”, contó Camila, una joven recicladora que no sabe qué hacer.
La abogada agregó que “derechos humanos no hizo nada, se quedaron parados ahí mirando. Ellos pueden oponerse a la diligencia si ven actos de este tipo, pero en este caso dejaron que todo siguiera de esa manera”.
¿Y ahora?
Ahora el futuro es incierto para estas seis humildes familias. Su impotencia fue tan grande, que al ser obligados ayer a sacar sus pertenencias, todos derrumbaron los muros que construyeron a lo largo de su estadía allí. La escena ayer parecía calcada de la película ‘La Estrategia del Caracol’, pero con un final triste, ya que la gente no sabe para dónde ir.
“La mayoría somos recicladores y obreros de construcción. Somos pobres. Nos dicen que nos ayudan con el camión para llevarnos todo lo que usted ve aquí afuera. Hablan de 270.000 pesos que nos darán, pero eso no alcanza para alguien que tiene dos o tres hijos”, lloraba Camila viendo cómo llegaba el vehículo que iba a llevar su trasteo a un lugar que ni siquiera ellos tenían definido.
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