Justo antes de recibir la esperada visita de su hija, Gilberto Martínez fue hallado sin vida en su celda. Q’Hubo conoció la versión de la familia, a la cual solo le quedan dudas sobre esta misteriosa muerte.
Guiselle se quedó esperando el día de visita para poderse ver con su papá, Gilberto Martínez Soriano (58 años), con quien acordaron encontrarse este sábado 23 de diciembre, pero dicho encuentro jamás se dio. Una llamada por parte de las autoridades del centro de reclusión donde él permanecía interno, a la espera de una audiencia, le informaron que lo hallaron sin vida en su celda.
¿Qué ocurrió?
La hija de Martínez Soriano rompió el silencio, e impotente ante la situación que se encuentra viviendo toda la familia por culpa de esta pérdida inesperada, le contó a Q’HUBO que los hechos sucedieron durante la noche del jueves 14 de diciembre, pero ellos terminaron dándose por enterados la mañana siguiente, luego de recibir una llamada por parte del personal de la Cárcel Distrital (ubicada en la carrera 8 entre calle 1C sur y la calle 2A sur). Allí se encontraba recluido el hombre a la espera de una audiencia por un proceso que se extendió cerca de dos años y del cual fue acusado, pero jamás se le comprobó su culpabilidad.
Ese mismo día que Martínez Soriano murió, en la mañana alcanzó a hablar por videollamada con Guiselle y otro de sus hijos, y acordaron la visita que no se dio.
“Mi papá me dijo que no me comprometiera ese día (23 de diciembre) y hasta ya le había comprado algunas cosas que me pidió que le llevara”, añadió la joven, quien con lágrimas en sus ojos solo quiere que se aclaren los detalles alrededor de su muerte.
“Lo encontraron con una sabana atada en su cuello al interior de la celda. Desde la cárcel nos dijeron que ellos nos llamaron”, dijo la joven. No obstante, ella cuenta que los registros de esas llamadas en los celulares de sus familiares no aparecen dentro de ese rango horario.
Esto generó dudas en el seno familiar, para empezar, y se incrementaron más luego que los agentes y el personal del centro penitenciario no les dejaron ver el cuerpo de Gilberto, quien llevaba tres meses allí, tras ser trasladado desde el CER (Centro Especial de Reclusión), donde cumplió un año y siete meses privado de la libertad.
Guiselle descarta que su papá se haya suicidado, como le dijeron desde el penal, porque la comunicación con él era frecuente y, según ella, “nunca comentó tener problemas o sentirse mal dentro de la cárcel; es más, hasta lo recibieron de buena forma y les enseñó a jugar cartas”, una de las actividades que solían compartir padre e hija cada vez que ella lo iba a visitar.
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Lo único que quiere esta familia es poder tener algo de paz, tras los últimos días álgidos que han tenido que padecer debido a la muerte de Gilberto, quien antes de ser recluido vivía en el barrio Casandra, de Fontibón, donde se ganaba la vida con el arriendo de una vivienda, realizando acarreos o midiéndosele a la construcción.
El centro penitenciario no ha emitido algún pronunciamiento sobre este caso.
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