Con los ojos inyectados de ira, la sangre caliente recorriéndole todo el cuerpo y pensando en cobrar venganza por motivos que todavía son un misterio, el trabajador de un asadero llegó sobre la mañana de ayer a su puesto de trabajo, no saludó a sus compañeros ni les dirigió la palabra, solo se limitó a tomar un cuchillo y volver a salir del establecimiento.
Cruzó la calle y aguardó a que un hombre de 63 años saliera de la panadería en la que estaba tomando tinto, se le acercó y sin mediar palabra le propinó una mortal herida en el pecho. Acto seguido, soltó el cuchillo y salió corriendo hacia su moto, se subió y huyó.
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La escena fue vista por varias personas que estaban en la zona comercial del sector de Molinos, en Rafael Uribe, sobre la mañana de ayer y los dejó conmocionados, a tal punto que a pesar de que intentaron salvarle la vida, no fue posible.
“Todo pasó muy rápido. Estábamos en la tienda, cuando escuchamos los gritos de la gente y al asomarnos el tipo ya se estaba escapando, entonces el señor de la panadería subió al hombre a un carro y lo llevaron al Cami”, le relató a Q’HUBO un comerciante de la zona.
La víctima, que fue identificada como Mario Aguirre Marín, murió minutos después de que ingresara al Cami Chircales debido a la gravedad de la herida.
Del homicida se sabe que se escapó y que no tenía antecedentes judiciales, al igual que la víctima, por lo que se presume que este caso obedeció a un hecho de intolerancia.
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Fatídica mañana
A las 10 de la mañana de ayer, mientras don Mario entraba a la panadería que frecuentaba todos los días, ubicada en la calle 48 L Sur con carrera 5 I, era observado por su verdugo con recelo a pocos metros.
Minutos después, sin darle explicaciones a nadie, el homicida salió con un cuchillo en la mano del asadero y llegó hasta la puerta de la panadería, esperó a que su víctima saliera y la atacó a sangre fría.
Aunque se presume que tanto la víctima como su verdugo habían sostenido una discusión minutos antes y tenían problemas del pasado, las causas son desconocidas para los familiares de Aguirre y sus compañeros de trabajo.
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De Mario se sabe que se ganaba la vida como sastre, tenía 63 años y vivía a pocas cuadras del lugar en donde fue asesinado. Sus vecinos lo querían, no tenían quejas de él y lo describieron como una persona “tranquila y cero problemática”.
Por su parte, Q’HUBO pudo conocer en la zona que el verdugo tampoco se caracterizaba por ser problemático, nunca tuvo problemas con sus compañeros y siempre se mostraba distante y respetuoso.
“Es muy raro que esta persona haya matado a otra así de la nada, como se vio todo. Creemos que ellos tuvieron un problema muy personal para que este hombre le haya quitado la vida de esa forma”, añadió un trabajador de la zona.
Las autoridades ya tienen plenamente identificado al homicida y se espera que en las próximas horas se logre su captura.
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