Un comerciante de 38 años fue asesinado luego de recibir una llamada que lo obligó a salir de su casa en Usme.
Un silencio sepulcral se apoderó de los callejones de la invasión Compostela (Usme) sobre la mañana de ayer, luego de que fuera asesinado uno de los vecinos más conocidos de esta remota comunidad del sur de la ciudad.
“Acá siempre se escucha música y ruido, porque a la gente de estos lados le gusta pasarla bien, pero esta mañana temprano se apagó casi toda la música que se escuchaba en las casas, y de un momento a otro empezó a llegar la Policía. Lo raro es que no se escucharon tiros, solo unos gritos que provenían de la montaña antes de que llegaran las patrullas. Fue entonces cuando empezó el rumor de que habían matado a un señor en esa zona”, le relató un vecino del sector a Q’HUBO.
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Misteriosamente, nadie escuchó los tiros que acabaron con la vida de un padre de dos niñas que descansaban en su casa momentos antes del crimen. Lo único que escucharon los testigos fueron los gritos desesperados de una de sus hijas, que tuvo que presenciar cómo asesinaban a su progenitor a pocos metros de donde ella se encontraba.
Sobre las 8:00 a. m. la víctima mortal de este hecho violento, un hombre de aproximadamente 38 años, se encontraba en su casa junto a sus dos hijas, de 9 y 7 años. El sujeto, que se dedicaba al
comercio informal, recibió una llamada a su celular, al parecer para hablar sobre temas laborales.
“Vi cómo el señor salió de la casa hablando por celular y se veía serio, porque fruncía el ceño al hablar por teléfono. No duró más de dos minutos cuando lo vi salir de la casa, cuando de repente llegó un tipo que empezó a dispararle. Vi cómo se desplomó ese señor, no había nada qué hacer porque esa herida se veía muy grave”, comentó un habitante de la zona.
La víctima falleció en el lugar de los hechos, pocos minutos después de recibir el disparo que terminó alojándose en su cráneo.
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Según información verificada por las autoridades, una persona conocida lo habría llamado telefónicamente con la única intención de hacerlo salir de su casa. Justo en ese momento llegó el pistolero que lo estaba esperando, arrebatándole la vida.
Mientras los gritos desesperados de su familia alertaban a los vecinos sobre la tragedia que opacaba el sol de la mañana del domingo, el sicario se escabulló entre la polvorienta montaña.
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