El teniente de la estación de El Triunfo ubicada en Mesitas del Colegio se acercó el miércoles temprano a la casa del patrullero Pablo Enrique Vargas Gómez, y preguntó a sus hermanas “¿cómo así que Pablo no aparece?”, pues supo por una llamada que la familia estaba buscando al joven de 27 años de edad, ya que no había llegado a la casa la noche anterior.
Lamentablemente y tras cuatro días de intensa búsqueda, el muchacho fue encontrado en una alcantarilla cerca al río Bogotá en la vía a Mesitas, sin vida y al parecer con un disparo en su pecho.
La tristeza es iconsosolable para las cinco hermanas y un hermano de este joven, quien era el menor de la familia y había acumulado ya, 8 años de servicio en la Policía Nacional. Lo último que se supo del muchacho es que había pedido un permiso especial para ir a Bogotá pero la noche anterior a este viaje, salió a encontrarse con un amigo y nunca volvió.
La tarde de este viernes su cuerpo fue hallado gracias a la búsqueda que toda su familia emprendió. Y ahora todos aclaman por justicia pues sienten que les arrebataron uno de los seres más especiales y en extrañas circunstancias que ya están siendo investigadas.
Desaparición y búsqueda
Pablo vivía con dos de sus hermanas, su esposa y su pequeño hijo de 7 años. Ellas al ver que no volvía a la casa, ni al trabajo se empezaron a preocupar. Yamilé, una de sus hermanas, le habló a Q’HUBO sobre lo ocurrido desde el pasado martes.
El martes a las 10 de la noche Pablo entregó el turno en la estación del Triunfo, luego llegó a la casa y le dijo a mi cuñada (esposa de Pablo) que tenía que encontrarse con un amigo, y luego iría a Bogotá, y que llegaría al otro día sobre la 1 de la tarde”.
Mi cuñada dice que le dijo ‘amor no vayas’ pero él dijo que tenía que salir. Al otro día mi hermana me preguntó como a las 6 de la mañana: “Ángela tu sabes algo de Pablito?” Y yo le dije ‘Pablito debe estar durmiendo’, pero no estaba la moto de él, por lo que nos empezamos a preocupar porque él debía llegar a La Mesa y nunca llegó”.
Su hermana empezó a llamarlo y el celular estaba apagado, ella misma dice que “se fuera hacer lo que se fuera hacer, siempre nos llama y nos avisa”. Lo extraño es que ese miércoles Pablo había pedido un permiso especial para ir a Bogotá.
Sus hermanas sabían que él debía presentarse a trabajar al día siguiente y se aferraron a la esperanza, ellas y el teniente que fue a buscarlo a su casa el miércoles, de que el jueves se presentaría al trabajo, teniendo en cuenta que el muchacho nunca faltaba y era muy responsable. Pero esto tampoco pasó.
“Ya viendo que él no se presentó a trabajar fuimos hablar con la familia. Nuestros papás se enfermaron y lloraron de la preocupación. Pusimos la denuncia oficial de desaparecido, luego nos fuimos a imprimir volantes para ir a buscarlo, pensamos que había tenido que llegar a La Mesa y allí fue donde los repartimos”, agregó la mujer recordando esos angustiosos días.
Hacia la triste verdad
“Un hombre se nos acercó y nos dijo ‘ay muéstreme ese volante’, se lo mostramos y estuvo seguro de haber visto a Pablito sentado y desorientado, nos aseguró que lo había visto esa mañana cerca al Colegio Departamental y nos fuimos allá”, contó Yamilé sobre los últimos días de la búsqueda. Y es que las pistas llevaron a las hermanas del joven a encontrar varios testimonios de personas que lo habían visto por la zona.
Un conductor de bus también dijo haberlo visto: “el señor vio el volante y nos dijo ‘efectivamente este muchacho estuvo en el local de mi esposa comiendo arepa a las 7 de la noche pero él estaba con una mujer que llevaba un casco de policía’ y pues él sí se había ido con su casco verde”. Otra persona lo vio salir corriendo de un baño de un restaurante y así transcurrió el jueves, con la “esperanza de encontrarlo vivo”.
Sobre las 2:40 de la tarde del viernes Yamilé se encontraba haciendo una entrevista para una radio local divulgando la búsqueda de su hermano, cuando le entró una llamada en la que le decían que lo habían encontrado.
Pensé que estaba vivo, porque entre otras cosas en la mañana mi hermano había buscado ahí mismo y no vio nada raro, entonces llegué y vi a toda la familia destrozada. Nos dijeron que lo habían tirado en la alcantarilla con todo y su casco verde. Su moto y celular nunca apareció y nos dijeron más tarde que tenía un disparo en el pecho. También que lo habían matado hacia poco porque estaba fresco”
Desde los 16 años Pablo trabajaba. Con sus 18 años se fue a prestar el servicio militar. Trabajó unos años en Puerto Carreño y otros más en Bogotá. De la capital Pablo pidió traslado para El Triunfo debido a que su padre estaba enfermo. Los últimos tres años el joven patrullero había prestado su labor sirviendo a la comunidad de Mesitas del Colegio.
Su familia lo recordó de esta manera: “Era muy apegado a la familia, muy cariñoso, él era nuestra vida completita. La muerte de mi hermano, del hombre que amo, no puede quedar impune, nos destrozaron la vida en un minuto, nuestro mundo, me faltan palabras para describir la falta que nos hace”, cerró entre lágrimas la hermana de Pablo.
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