El día en que Christian Byfield tuvo que quedarse hasta las 11 de la noche trabajando en una prestigiosa empresa de negocios mientras su familia lo esperaba para celebrar el cumpleaños 60 de su papá, fue el día en que él se empezó a cuestionar si esa era la vida que quería.
Yo estudié Ingeniería Industrial por presión social, mi primo más exitoso en ese entonces era ingeniero industrial y trabajaba en banca de inversión, y por eso mismo yo elegí esta carrera y empecé a trabajar en la banca”, nos contó este joven de 33 años, en medio de un nuevo viaje, de esos que ya está acostumbrado a hacer.
De su vida de corbata y echando números ya no queda nada, ahora es un mechudo de barba y piel bronceada que prefiere andar descalzo, que llega a las playas, selvas y montañas, nada en los océanos de los cinco continentes y siempre luce una enorme y auténtica sonrisa, su carta de presentación a donde quiera que va.
Para darle el giro de 180 grados a su vida, Christian cuenta que pasó cuatro años tratando de encontrar su camino, hasta que llegó a un hostal en San Agustín (Huila). “Allí conozco a un gringo que me dice: ‘Christian, a mi mamá le dio un cáncer terminal que se la llevó en tres meses… uno tiene que cumplir los sueños de uno ya, porque no se sabe cuándo se acaba la vida’ y ahí dije: ‘la vuelta al mundo es mi nuevo plan de vida’”.
Con el dinero ahorrado de una maestría que planeaba hacer en Estados Unidos, compró un paquete turístico. “Eran 15 trayectos a donde yo quisiera para darle la vuelta al mundo en un año. Mi primera parada fue Etiopía. Conocí Jibuti, Uganda, Tanzania, Kenia, Egipto, Turquía, Irán, Emiratos Árabes, India, Sri Lanka, Singapur, Australia, China, Filipinas…”, recordó.
Y en ese viaje de 365 días Christian hizo un alto en el camino, descubrió que eso era lo que quería para él y para su vida, dejó a un lado sus tiquetes de regreso al país y estiró su viaje por más naciones y más días, haciendo de esta una aventura que lo llevó además por Indonesia, Estados Unidos, varios países de Europa y México, en donde empezó su regreso, como cuenta él, “echando dedo”.
Hasta la suerte le sonríe
En uno de sus viajes, Christian entró a un concierto en un casino de Las Vegas (Estados Unidos), cuando vio a un grupo de chinos lanzando billetes de un dólar a lo loco. “Yo dejé la pena a un lado y empecé a recoger billetes, agarré 637 dólares ($2’410.000), fue todo lo que me cupo en los bolsillos”, contó. ¡Tremendo personaje!
¿Qué tal le pareció este contenido?
¡Haga clic en una estrella para puntuar!
Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0
Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sea el primero en puntuar este contenido.