El cohete más grande del mundo, Starship, desarrollado por SpaceX para viajes a la Luna y Marte, explotó este jueves poco después del despegue, pero este primer vuelo de prueba fue celebrado por el dueño de la empresa, Elon Musk, que prevé un nuevo lanzamiento “en unos meses”.
El megacohete negro y plateado despegó con éxito a las 8:30 a.m., hora local, desde Starbase, la base espacial de SpaceX en Boca Chica, Texas, entre los gritos de alegría de los empleados. Pero poco después explotó.
“¡Felicitaciones al equipo de SpaceX por un emocionante lanzamiento de prueba de Starship! Hemos aprendido mucho para el próximo lanzamiento de prueba en unos meses”.
Tuiteó Elon Musk en su cuenta de Twitter.
Pero cuatro minutos más tarde los equipos de SapaceX indujeron la explosión de la totalidad del cohete.
La nave Starship, que constituye el segundo piso del cohete, debía desprenderse del lanzador tres minutos después del despegue, pero ello no sucedió.
“La nave sufrió múltiples fallas en el motor durante el vuelo de prueba, perdió altitud y comenzó a caer en picado”, dijo SpaceX.
“El sistema de destrucción en vuelo se activó tanto en el lanzador como en la nave”, agregó la compañía.
Este procedimiento es habitual en el caso de que la caída del objeto volador pueda suponer un peligro.
“Riesgo calculado”
El propósito de este vuelo de prueba era recopilar la mayor cantidad de datos posible para mejorar los siguientes prototipos.
“Aprendimos mucho para el próximo ensayo de lanzamiento, en unos meses”, tuiteó Musk.
El lunes se canceló un primer intento de lanzamiento en los últimos minutos de la cuenta regresiva, por un problema técnico.
“Este es el primer vuelo de un cohete enorme y muy complejo”, había dicho el domingo Musk, y calificó la prueba como “muy arriesgada”.
La agencia espacial estadounidense, NASA, eligió Starship para transportar astronautas a la Luna por primera vez desde que finalizó el programa Apolo en 1972. La misión, conocida como Artemis III, está prevista para fines de 2025.
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El jefe de la NASA, Bill Nelson, elogió a SpaceX. “Cada gran logro en la historia ha requerido cierto nivel de riesgo calculado”, tuiteó, diciendo que estaba “ansioso” por la próxima prueba.
Con 120 metros, Starship era más alto que el nuevo megacohete de la NASA, SLS (98 m), que despegó por primera vez en noviembre, y que el legendario Saturno V, el cohete del programa lunar Apolo (111 m).
Starship consistía en una potente primera etapa, llamada Super Heavy y equipada con 33 motores, y una segunda etapa, la nave espacial Starship que por extensión daba nombre a todo el cohete.
SpaceX había realizado con éxito una prueba de encendido de los 33 motores en febrero, pero Super Heavy y Starship nunca habían volado juntos. El vuelo de prueba estaba destinado a evaluar su rendimiento en configuración completa.
Miedo a una explosión
El jueves, el plan de vuelo era el siguiente: unos tres minutos después del despegue, el propulsor Super Heavy se separaría de Starship y caería en las aguas del Golfo de México. Pero esta separación no se produjo y el cohete explotó.
Si la separación hubiera sido exitosa, Starship, que tenía seis motores propios, debía haber continuado su ascenso hasta una altitud a más de 150 kilómetros, antes de caer en el Pacífico tras completar una vuelta casi completa de la Tierra.
Pero superar todos estos pasos en el primer vuelo de prueba habría sido una verdadera proeza.
Musk había moderado las expectativas, diciendo que era poco probable que alcanzara la órbita en el primer intento. Indicó esperar al menos que la plataforma de lanzamiento no fuera destruida por la explosión de los motores de Super Heavy al encenderse, ya que reconstruirla podría llevar “meses”.
Starship debe poder transportar y poner en órbita hasta 150 toneladas de carga en órbita. En comparación, el cohete Falcon 9, también de SpaceX, solo puede transportar poco más de 22 toneladas a la órbita terrestre baja.
Pero la verdadera innovación de Starship es que debe ser totalmente reutilizable, algo que Musk cree que se puede lograrse en “dos o tres años”.
En esta primera prueba no se iba a intentar recuperar ninguna de las dos etapas del cohete, pero eventualmente sí.
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“Hemos diseñado Starship para que sea lo más parecido posible a las operaciones de una aerolínea”, explicó en febrero Gwynne Shotwell, presidenta y directora de operaciones de SpaceX.
La idea de un lanzador reutilizable, la gran estrategia de Musk, es bajar los precios. Cada vuelo de Starship podría costar en última instancia solo “unos pocos millones” de dólares, señaló.
Esto es un imperativo para el multimillonario, que cree que los humanos necesitarán cientos de cohetes Starship para tener la posibilidad de convertirse en una especie multiplanetaria.
Redacción AFP
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