Tal vez usted sea de esas personas que no pueden dejar de pensar en sus problemas y en todo lo que tienen que hacer. Estresarse de una manera desproporcionada lo altera más de la cuenta, le quita el sueño y, en general, le acaba la tranquilidad que necesita para solucionar tales vicisitudes.
Lo peor es que se vuelve irascible y estalla por todo. Mejor dicho: queda atrapado en ‘torbellinos’ de emociones y en feas actitudes que, en últimas, le multiplican las angustias.
Ese diagnóstico en el que se encuentra supone, a la vez, un caldo de cultivo perfecto para que aparezcan problemas de salud y hasta severos estados de depresión.
¡Mucho cuidado!
No puede continuar viviendo así. Recuerde que el problema de su cambiante estado de ánimo está dentro de usted, no tiene nada que ver con cosas externas. Y la causa de lo que le pasa solo la encontrará si es capaz de llegar hasta lo más profundo de su corazón y reconoce lo que de verdad está sucediendo allí.
Tendría que averiguar previamente qué es lo que está produciendo esos cambios en su estado de ánimo, ya que nada de ello se da porque sí. No necesita respuestas enredadas, sino claridad y conciencia para ver las cosas tal y cual ellas son; además de tener la voluntad de salir adelante.
La verdad es que el mal humor que a veces demuestra necesita de una buena intervención de parte suya.
Si sigue dejándose enredar en los conflictos emocionales que frecuentemente agotan su paciencia, se le va a complicar más la existencia.
Las cuentas son claras: Si inunda su mente de pesimismo se sentirá peor cada vez más. ¿A qué voy? A que necesita dos cosas claves:
¡Equilibrio y paz interior! Es decir, debe estar mental y espiritualmente en calma. Debe embadurnarse de una dosis de comprensión, lo suficiente como para mantenerse fuerte frente a la ansiedad o al desequilibrio emocional por el que atraviesa.
¿Cómo hacerlo?
Lo primero que le recomiendo es no huir de sus conflictos internos, ¡… En lugar de escapar de ellos, enfréntelos! Para ello, respire profundo y trate de relajarse. Eso le permitirá cambiar sus obsesiones, sus miedos, sus inseguridades y sus problemas para recargar energías.
En esta etapa debe dejar de ser tan duro con usted mismo y entender que está pasando por un momento de gran vulnerabilidad.
Vislumbre nuevas esperanzas en su horizonte. En estos casos solo tiene que cuidar y aplicar de manera acertada la mejor de todas las estrategias posibles: la autoconfianza.
Lo anterior implica tener fe en los planes que Dios ha trazado para usted. Ahora bien, le corresponde aceptar los cambios que se presentan, entre otras cosas, porque las modificaciones son para mejorar.
Los nuevos vientos le traerán energías positivas, las cuales le permitirán alcanzar la estabilidad que tanto desea.
Descubrirá que cada giro le permitirá recuperar ciertas ilusiones pasadas que creía perdidas por completo.
Aunque crea que las cosas no van bien, deje que el tiempo transcurra un poco y descubrirá cómo esas transformaciones que el destino le presenta y que parecen sacudir su vida son solo los preámbulos de nuevas experiencias que le traerán más desarrollo y prosperidad. ¡Dios lo bendiga!
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