Así puede dejar de ser esclavo del negativismo.
Muchas de las cosas que nos pasan se convierten en ‘problemas’ por el descontento con nosotros mismos y porque solemos indisponernos por bobadas. Lo peor es que eso hace que terminemos presos de nosotros mismos.
¿Por qué llegamos a ese extremo? Porque a nuestra mente le gusta levantar barrotes que convierten nuestra cabeza en una cárcel.
No hemos sido capaces de ‘mantener a raya’ ciertas necedades y terminamos abatidos. Además, la velocidad de los pensamientos aumenta de manera especial con las cosas que calificamos como ‘malas’. No nos hemos adiestrado para atraer cosas esperanzadoras y, por el contrario, insistimos en meter en nuestra cabeza cuanta basura podemos.
Todos deberíamos permitir que nuestros pensamientos se abonaran con los más nobles propósitos. Una buena estrategia, en ese sentido, consiste en aprender a escuchar la voz de Dios, no como un susurro en las alturas sino como la certeza de poder despertarnos cada día con una sonrisa a pesar de las complicaciones. No se puede pagar por el milagro de despertar un día más, pero aún así Dios nos los regala cada 24 horas. Él nos da los árboles y ellos florecen en primavera sin cobrarnos ni un peso por ello.
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Además, podríamos empezar por entender que la palabra de Dios está dentro cada uno de nosotros. Él, con su bendición, nos ilumina, nos corrige y, a la vez, nos recompensa; nos perdona y, al mismo tiempo, nos devuelve la gracia.
El Creador tiene un efecto positivo en nuestro espíritu, alma y cuerpo; así como la medicina hace milagros en el enfermo: si nos lastiman, Dios nos restaura; y si nos desprecian, nos traicionan, o nos hieren, sea por la razón que sea, Él siempre tendrá la capacidad de valorarnos y sanarnos.
Los buenos días no se dan, ellos se hacen. Siempre será bueno dar lo mejor de cada uno de nosotros, para que al final el balance de la jornada sea óptimo.
Recordemos que lo mejor de la promesa de Dios es que ella no solo se pronuncia, sino que también se construye.
¿Cómo llevar este mensaje en nuestra vida diaria si, con relativa frecuencia, nos enfrentamos a situaciones tensas y a problemas económicos? Volvemos al principio de este texto: debemos eliminar de una vez por todas los pensamientos negativos.
Al hacerlo, nos liberaremos y transitaremos por el camino que nos conduce al éxito, a la productividad y a la a expresión de nuestro potencial.
Además, con el Creador el asunto no es solo de abrir la puerta de la celda; también con Él se encuentra la verdadera ruta de la serenidad.
Nuestra felicidad no puede depender de las circunstancias externas y ella debe convertirse en un sano hábito.
Este ideario pasa por creer en uno mismo, disfrutar de la vida y entender la importancia de confiar en Dios.
Hay que evitar las amarguras; usted y yo no somos felices por lo demás, sino porque tomamos la decisión de serlo. Jamás dejemos de sonreír, porque cuando compartimos nuestra sonrisa se abre un mundo de posibilidades alrededor.
En síntesis: si queremos alcanzar la paz, debemos empezar por nuestros propios pensamientos. Es decir, procuremos que las cosas que lleguen a nuestra cabeza nos conecten con la calma antes que con el caos. La felicidad parte de lo que ocurre dentro de nosotros, no afuera.
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