Aunque quejarse puede aliviar el estrés, también puede significar un riesgo para su salud.
Quejarse puede ser una forma de aliviar el estrés, pues aligera la carga mental y facilita la obtención de nuevas perspectivas. Igualmente, puede servir para conectar con otras personas que tengan las mismas preocupaciones o simplemente escuchan. En otras palabras, las quejas hacen parte de la rutina diaria de las personas, en oportunidades con justa causa. Sin embargo, se debe entender que en exceso todo es malo y quejarse por más de 30 minutos puede ser nocivo, ya que puede conllevar a la frustración, hastío y cansancio. En Q’HUBO le contamos qué dice la Universidad de Stanford sobre las quejas, para entenderlo entrevistamos a Karol Vásquez, terapeuta psicosocial, PhD y líder de la Facultad de Terapias Psicosociales de la Universidad Antonio Nariño.
¿Qué son las quejas?
El Servicio de Psicología Clínica de Madrid indica que “la queja es la expresión verbal de una experiencia o percepción subjetiva de insatisfacción”.
Ahora bien, como seres humanos todo el tiempo hay quejas de parte nuestra y escuchamos las quejas de otros; sin embargo, según el estudio ‘Quejarse encoge el hipocampo’, de la Universidad de Stafford, la exposición a 30 minutos de quejas por día puede dañar las neuronas del cerebro.
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Lo anterior implica un menor funcionamiento cognitivo, ya que esta región (el hipocampo) se utiliza para la resolución de problemas.
¿Qué pasa cuando nos quejamos?
Cuando estamos en un ambiente de constantes quejas el cerebro libera cortisol y adrenalina, ambos asociados con el estrés y la ansiedad. Estos pueden activar la respuesta de lucha o huida del cuerpo, lo que aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la tensión muscular, según lo reveló el estudio. Para llegar a esta afirmación, los investigadores emplearon imágenes de resonancia magnética (IRM) de alta resolución que permitieron detectar “vínculos entre las experiencias de vida estresantes y la exposición a largo plazo a las hormonas producidas durante el estrés y, consecuentemente, el encogimiento del hipocampo”.
¿Se puede salir de la queja constante?
Jan Patrik Bazant Fabre, coach en Salud Mental, con certificación en psico-educación, asegura que no conoce “a una persona que no se queje. Es normal. No obstante, se debe recurrir a la queja únicamente cuando es necesario depurar esa emoción negativa. En ese orden de ideas, lo más importante de quejarse es aprender a sacar provecho y convertir el lamento en algo positivo. Sin embargo, en caso de sentir que no puede salir de ese círculo vicioso, lo mejor es que lo consulte con un profesional.
¿Cómo salir del circulo de la quejadera?
Martínez indica que “las quejas son una expresión natural. Sin embargo, esa queja puede convertirse en algo negativo; es decir, tengo el derecho de quejarme, pero no todo el tiempo (…) el ideal cuando hay una queja es que se abra una puerta al diálogo que permita construir soluciones o alternativas de manejo ante esa situación (…) el verdadero problema es cuando las personas no encuentran un alivio o equilibrio entre lo que están pensando, haciendo y sintiendo, eso lleva a que sus quejas sean cada vez más constantes, lo que se convierte en una situación de estrés y ansiedad. Ese punto se debe abordar de manera integral para que no genere un daño más grave. Quienes se quejan con constancia suelen vivir frustrados, lo que se convierte en el escenario para la depresión. El exceso de quejas puede ser una dinámica tóxica”.
Por eso se recomienda trabajar en la aceptación y la gratitud, beber agua, hacer ejercicio y aprender a detectar los pensamientos negativos.
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