Al hablar de una Señorita Colombia lo primero que se viene a la mente es la idea de una mujer joven y bella que apenas está empezando su vida, un estereotipo que Gladys González, empresaria, modelo y líder social de 29 años, está dispuesta a derrumbar con su participación en septiembre en Dubái (Emiratos Árabes), en Universal Woman Beauty Pageant, una experiencia de la cual habló con Q’HUBO.
¿Cómo llega a este reinado?
Llegué al certamen porque Ómar Iglesias, director de la franquicia para Colombia, recibió buenos comentarios sobre mi historia, en donde había trabajado en varios cargos, entre ellos en el Congreso de la República, y además tenía mi propia empresa desde hace nueve años, en la cual transformé artesanías de mi tierra (San Jacinto, Bolívar) en accesorios de moda a través de la joyería. Él ve todo el perfil y encuentra a una mujer que empodera e influye en la comunidad y mejora la calidad de vida a través de fundaciones.
¿Cómo es ese trabajo social?
A través de la fundación Amor y Vida hacemos charlas semanales para niños y también buscamos alianzas con otras fundaciones, entonces estoy recorriendo el país. Ahorita vamos para el Eje Cafetero a trabajar con caficultores, porque hace muchas décadas el café era nuestra insignia y queremos recuperar esa imagen bonita de Colombia.
¿Y cual es el objetivo?
La idea es empoderar a la mujer, hay muchos de estos empleos que principalmente desarrollan las mujeres, y en esto hay un equipo de psicólogos. Detrás de un reinado hay un trabajo arduo, de todos los días para apoyar en la parte social, ambiental y cultural.
¿Qué tal el reto de Dubái?
Todo reinado tiene su parte física, entonces estoy preparándome en el gimnasio, en temas de dicción, estudiando mucho el inglés, porque es un requisito, así como imagen y pasarela; pero más allá de eso viene una preparación intelectual, porque la persona que gane será un abanderado de un proyecto que hay en la India, en donde como reina estaré presentando varios proyectos económicos del país. Por eso mi meta es ganar para que llegue inversión a estos proyectos con miras a mejorar la economía del país.
¿Cuáles son sus fuentes de inspiración?
Siendo muy niña mi primer ejemplo fue mi abuela, Magola Leones, ella hacía mochilas artesanales; veía que era un trabajo al que le dedicaba horas y con el que sacó adelante a sus hijos, pero que finalmente no era bien remunerado, entonces yo crecí con esa inconformidad frente al bajo valor del arte en Colombia; y cuando estaba en la universidad estudiando Administración de Empresas, mi trabajo de grado fue cómo transformar un producto y hacerlo más llamativo para llevarlo a nivel mundial.
Yo empecé a los 17 años, mientras trabajaba en la Gobernación de Bolívar, a montar mi empresa como un hobbie. Luciendo mis diseños fue como el gobernador empezó a darlos a conocer.
¿Cuál fue el impacto?
Lo principal es que muchos artesanos son trabajadores informales, pero a través de esta empresa se ha formalizado el empleo y nosotros nos encargamos de que sea una mochila de calidad, que se vende a un precio justo y que reciben buenos ingresos; además, ayudamos en cosas como estudio, alfabetización y hacemos brigadas de salud con las comunidades de San Jacinto y Usiacurí, entre otros.
¿En qué momento cumple su rol de mamá?
Ser mamá es un reto mayor. Yo fui mamá joven, luego me separé, entonces también pasé a ser mamá soltera; pero Mariana es una niña muy inteligente, que me apoya, para quien trato de estar siempre presente, compartiendo en las comidas, enseñándole valores y con disciplina me alcanza el tiempo para todo. Soy una mujer real. Voy a hacer mercado, voy al parque con ella, a veces duermo tres horas y es un ritmo agitado, pero me encanta.
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