La frescura, amabilidad y carisma de Diego Cadavid contrastan por completo con lo que es Iván Vallejo, el personaje que interpretó en ‘Café con aroma de mujer’, el remake que terminó recientemente en el canal RCN y que superó los 9 puntos de rating, una cifra muy positiva para el canal, que ha sufrido en los últimos años frente a Caracol TV.
Diego fue el villano, un hombre sin escrúpulos, como esos que tan mal le caen en la vida real, y precisamente aceptó porque recordó ese Iván perverso de la versión original. Allí trabajó junto a su novia Laura Archbold.
El paisa es un todoterreno. Estudió música y comunicación social, pero ambas quedaron en el camino hasta que se topó con la actuación, en la que lleva más de 20 años. Sin embargo, le sigue apostando a su grupo ‘The Mills’, así como a otros proyectos musicales que le roban el sueño.
Hoy, a sus 42 años, se da el lujo de ser selectivo con los trabajos que acepta, un privilegio que solo tienen quienes han sabido sembrar para recoger los frutos de su carrera.
¿Cuál fue el principal reto de interpretar a Iván Vallejo en ‘Café’?
Pues, siéndote honesto, el personaje me fluyó fácil desde la construcción. Lo más difícil eran las jornadas de trabajo y lo intenso del mismo. Hace varios años no hacía una novela y hacer a un personaje tan perverso en 80 capítulos te termina desgastando el alma un poco.
¿En qué se dificulta interpretar un personaje que ya hizo alguien más?
Tengo una frase que uso desde niño: “Yo no compito ni conmigo mismo”, odio las comparaciones y la competencias, así que me independicé por completo de lo que hizo Cristóbal Errázuriz, gran actor y amigo. Tuve la oportunidad de trabajar con él en varias cosas.
¿En principio quiso el rol de Iván, o se presentó para alguna otra opción?
(Risas) Debo ser honesto al responderte esto. Yo no quería hacer ‘Café’. Cuando mi mánager me lo propuso le dije que no, pero cuando supe que era Iván, ‘el perverso’, me acordaba un poco de lo malo que había sido en su primera versión, así que me senté a leer y me enamoré de este descarado. Se me parecía a alguna gente que había conocido y decidí meterme de lleno. Además, la historia se sentía muy bien escrita desde el primer capítulo.
¿Qué tal hacer de un villano tan malo?
Al principio me costaba trabajo entender cómo alguien podía ser tan malo, pero siempre trato de escribirle un pasado a los personajes que interpreto, de ahí nació lo justificación de su maldad, pues había sido un niño que lo obligaron a trabajar y a ser machista desde el origen, a usar a las mujeres y conseguir dinero sin importar parar sobre los demás.
¿Qué significó trabajar junto a su pareja en la novela?
Afortunadamente Laura es una persona tranquila y perceptiva. Desde el principio hicimos acuerdos para no incomodarnos y apoyarnos en este viaje; y aunque habían días duros, los supimos sortear como los buenos amigos que somos. De hecho, decidimos dormir en hoteles diferentes para extrañarnos y tener cosas de qué hablar cada día. El buen amor es un acto de inteligencia.
¿Qué le tocó hacer para conseguir el look (crespitos) de Iván?
(Risas) Dejarme crecer el pelo -que odio hacerlo- y usar cuanto tratamiento había para mantener los crespos. Era incómodo para mí, pero son los personajes los que deciden tu look en tu vida cuando eres actor.
¿Qué le ha dicho la gente en la calle?
Ha sido muy gratificante, ¿sabes? Es extraño que la gente te hable con tanta admiración sobre un trabajo actoral. Más que otras cosas, me hablan de detalles puntuales, esto antes no me había pasado, odian a Iván y eso me trae toda la satisfacción.
¿Aún hay gente que insulta o da carterazos por el papel que se hizo?
(Risas) Sí, totalmente. Las señoras juran que yo soy así, a diario escucho: “mi mamá te odia por que cree que eres así”… pero de eso se trata, de generar sentimientos en el público. Yo no estoy buscando aprobación ni fama con esto, yo ya pasé por ahí.
¿Qué tal trabajar con William Levy y Carmen Villalobos?
Con Carmen ya habíamos trabajado, y somos buenos amigos. Como se lo dije a ella, me parece una gran actriz, es comprometida y nerda con lo que hace. Con William al principio no hablamos mucho, pero terminamos siendo como hermanos. Nos conocimos en el camino y entendimos las similitudes que teníamos como humanos, nos cuidamos y nos acompañamos con amor y paciencia cada día. ¡Es un gran tipo!
¿Qué proyectos tiene con la música y la fotografía?
La música se volvió a activar cantidades, tenemos una gira con ‘The Mills’ en grandes teatros por Colombia y ya casi tenemos todas las boletas agotadas, y en este momento estoy en México grabando las nuevas canciones de Bautté, que es mi proyecto personal de música. Con la fotografía estoy trabajando en un proyecto artístico por el sudeste asiático, esperando a que abran todos los países para poder ir a desarrollarlo.
¿Es muy difícil mantenerse vigente? ¿Qué ha hecho para que así sea?
Es una gran pregunta, porque claramente es difícil, pero siempre me he mantenido en ciertos principios, como no agarrar todos los personajes porque sí, dejar descansar al público, trabajar en otros países, hacer lo posible para que los personajes no se parezcan, y, sobre todo, ser responsable y comprometido para que la gente te siga llamando.
¿Qué piensa de los hijos?
Es un tema muy personal, pero no me interesaría tener hijos, son varios los motivos, pero sobre todo a este mundo no le cabe más gente o vamos a acabar con lo poco que nos queda.
¿Lo asedian las mujeres en la calle?
(Risas) Ya no es como antes, ya soy un tipo grande… pero aún así, al parecer, les caigo bien todavía.
Algún piropo que recuerde y le cause risa…
Uff, en redes sociales hay de todo, pues podemos opinar y hacerlo con libertad. Personalmente, me gustan los honestos y hasta vulgares, no los podría decir acá (risas).
¿Cómo fueron sus inicios en la TV?
Uff, historia patria (risas). Han pasado ya 23 años, estudiaba música y me retiré, después estudié comunicación social y también me retiré. En ese camino hice un curso de actuación y me fue muy bien, los profesores me apoyaron y me empujaron a tomarlo en serio, así que entré al Teatro Libre de Bogotá a estudiar. Las primeras oportunidades me las dio Humberto Rivera, un jefe de casting muy importante que creyó en mí, pero lo que marcó la diferencia en mi vida fue ‘Padres e hijos’, ahí mi vida dio un cambio de 180 grados.
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